You'll never live like common people
You'll never do what common people do
You'll never fail like common people
How to deal with PRO. Será un ejemplo burdo, pero es el que tengo a mano. Dejé en el jardín a mi hija y corrí a comprar facturas, a la mañana dispongo de poco tiempo para desayunar. Paso por la puerta de Coto. Pienso: si hay suficientes cajas habilitadas, compro acá. Veo la caja express (máximo 15 unidades) y me mando. El empleado embolsaba la compra del día de un típico anciano mañanero. Uno solo. No podía tardar más de 3 minutos en llegar al fondo del local, elegir las piezas favoritas, pedir que el panadero las envuelva y pagar en la caja semi-vacía.
Pero en algún momento olvidé dónde estaba, en realidad. Un antro que aprendió el peor
know how de los supermercados de descuento. Voy a pagar a la caja express y, por arte de magia, había cerrado. El manager de la sucursal decidió que los 10 o 15 clientes que estaban realizando sus magras compras se aglutinen en una sola caja, mandando a los otros cajeros a hacer arqueos o qué sé yo. Las víctimas de esta flexibilización, con mucho mal humor, nos dispusimos en fila frente a la única y sobrecargada caja, que funcionaba a ritmo de tortuga.
El aire se densificó. Nos mirábamos entre nosotros, después de un tiempo largo, admitiendo que ya formábamos una comunidad:
la comunidad de la cola. Diálogos indignados nos hermanaban. Oteábamos la caja express que parecía abrirse de nuevo. Detrás mío, una mujer de unos 40 años vigilaba cada 10 segundos el estado de la caja aledaña, como un caballo de carrera a punto de salir de su gatera. El encargado de la caja express, después de varios minutos de tensión, dio la orden deseada: "vengan que ya está habilitada". Claro, olvidó agregar (los animales de supermercado necesitan carteles y órdenes permanentemente): "respetando el orden de la fila"... La mujer desesperada, con una banana y medio kilo de bola de lomo en la mano derecha, se me adelantó en el traspaso de la cola después de forcejear cuerpo a cuerpo en el fragor de la mudanza. Incrédulo, le pregunté si estaba loca, que esto es Coto, no una pista de atletismo. Recapacitó y me volvió a ceder mi lugar originario, sin decir ni mu. Me sentí engañado. Macri ganó gracias a esos votantes, incapaces de pensarse integrados a un grupo con sufrimientos y objetivos comunes. La comunidad de la cola perdió.