Las mascotas musicales del Estado
Reconozco que este tipo de crítica tiene más que ver con Chilarock que con lo que se suele encontrar por acá, pero... ¿cómo contener el disgusto que genera Escúchame entre el ruido, el disco donde se reversionan "clásicos" del rock argentino? Ya empezamos mal con la categoría "rock nacional", concepto de marketing inventado durante la guerra de Malvinas y resucitado por la FM de Radio 10. Y en este álbum (¡doble!) se confirma la regla: un cover de un tema horripilante resulta mucho más insoportable que la canción original. Andrés Giménez (el de A.N.I.M.A.L) ladra "La balada del diablo y la muerte" y nos hace reír tanto como Alejandro Lerner con su versión de "¿Qué ves?", Hilda Lizarazu destroza uno de los pocos buenos hits de la producción tardía de Babasónicos ("El loco"), Palo Pandolfo le falta el respeto a Virus con una inescuchable "Pronta entrega" y Baglietto (¡Baglietto!) le quita seriedad al proyecto en general reversionando "Ji ji ji". Los únicos que no naufragan son León Gieco, esmerándose con "Un pacto" de la Bersuit, y el Indio Solari con su difundidísima versión de "El salmón", el único caso en que la copia mejora al original. Otra prueba de que los subsidios de la Nación en el área cultural nunca dejaron de ser más que dádivas amiguistas para museificar a los dinosaurios que, por lo visto, no van a desaparecer jamás.