Bad influence
La episteme alternativa de los '90 obturaba mi visión adolescente del campo musical y/o rockero al punto tal de haber ignorado casi todo lo que pasaba fuera de la escena. Apenas si se filtraba algo del mainstream local o del archivo paterno. Todo en mis oídos era Nirvana, Sonic Youth, Pixies y la herencia grunge -incluidas las continuidades más cercanas como Peligrosos Gorriones o El Otro Yo-. Pero un amigo vapuleaba su batería en una banda hardcore de Saavedra. Cuando ingresó al grupo, no conocía a nadie, así que a veces lo acompañaba a los primeros ensayos en una sala de Manuela Pedraza, o Tamborini. Así conocí a una decena de anónimos "chicos de la plaza", groupies masculinos de amplios bermudas fascinados por las fugaces texturas del hardcore californiano (aunque había más de una remera de Biohazard) y con skates bajo sus brazos. En cada ensayo no podía faltar el momento de riesgo que suscitaba un salvajísimo pogo (y obligado mosh) donde las consolas y los amplificadores tambaleaban asustando al bajista, próximo a ser aplastado por un Marshall más grande que él.
Un día tocaron un cover. Nunca acostumbraban a interpretar temas ajenos. Yo quedé encantado por la canción: averigüé, y alguien me soltó un "es de Fun People, los que antes se llamaban Anesthesia". A la semana ya había conseguido un cassette con una copia de muy mala calidad de ese primer disco, que sin embargo no resultó un obstáculo para que rápidamente me supiese de memoria sus 28 canciones.
La tapa del album llegó mucho después. La vi caminando por los pasillos de la galería Churba, en Cabildo y Juramento. Me parecía horrible. Pero ya iba a los recitales, le pasaba el cassette a todo el mundo, intentaba traducir las partes más oscuras (a nivel sintáctico) de las letras en inglés. Un inglés muy particular, decididamente malo, pero atractivo: si en las villas hablaran tal idioma, sonaría así, pensaba. La primera vez que los vi en vivo me pareció transitar la densidad de los sueños, porque nunca voy a olvidar a todos esos chicos y chicas con cara de desesperados cantando "no quiero sufrir en este mundo" en ese inglés mal pronunciado (marca Nekro) mientras sonaba "Dear", mi canción favorita por aquel entonces.
Hace unos días me encontré a este amigo, el que tocaba la bata. Deambulaba semi-alcoholizado entre el tibio público convocado por el recital de Pángaro & Baccarat. Y creo que coincidimos en el elogio de esos furiosos y devastadores hits de Fun People. Como así también lo hace uno de los uploaders de Stay Free, ese gran blog musical que cumplió un año (y lo festeja subiendo los discos que signaron las vidas de cada blogger).
Ahora ya es tarde. El cassette se lo llevó un pibe que me afanó el walkman, hace mucho, mientras escuchaba el lado B de Anesthesia. Lo tengo en MP3 y en compact, pero apenas si lo puedo escuchar. Enseguida me obligan a bajar el volumen.
Un día tocaron un cover. Nunca acostumbraban a interpretar temas ajenos. Yo quedé encantado por la canción: averigüé, y alguien me soltó un "es de Fun People, los que antes se llamaban Anesthesia". A la semana ya había conseguido un cassette con una copia de muy mala calidad de ese primer disco, que sin embargo no resultó un obstáculo para que rápidamente me supiese de memoria sus 28 canciones.
La tapa del album llegó mucho después. La vi caminando por los pasillos de la galería Churba, en Cabildo y Juramento. Me parecía horrible. Pero ya iba a los recitales, le pasaba el cassette a todo el mundo, intentaba traducir las partes más oscuras (a nivel sintáctico) de las letras en inglés. Un inglés muy particular, decididamente malo, pero atractivo: si en las villas hablaran tal idioma, sonaría así, pensaba. La primera vez que los vi en vivo me pareció transitar la densidad de los sueños, porque nunca voy a olvidar a todos esos chicos y chicas con cara de desesperados cantando "no quiero sufrir en este mundo" en ese inglés mal pronunciado (marca Nekro) mientras sonaba "Dear", mi canción favorita por aquel entonces.
Hace unos días me encontré a este amigo, el que tocaba la bata. Deambulaba semi-alcoholizado entre el tibio público convocado por el recital de Pángaro & Baccarat. Y creo que coincidimos en el elogio de esos furiosos y devastadores hits de Fun People. Como así también lo hace uno de los uploaders de Stay Free, ese gran blog musical que cumplió un año (y lo festeja subiendo los discos que signaron las vidas de cada blogger).
Ahora ya es tarde. El cassette se lo llevó un pibe que me afanó el walkman, hace mucho, mientras escuchaba el lado B de Anesthesia. Lo tengo en MP3 y en compact, pero apenas si lo puedo escuchar. Enseguida me obligan a bajar el volumen.
uuuuuuhhh viaje a la prehistoria: Fun People en Cemento y un backstage vegano, tiempo después en un festival cerca de los tanques de Berazategui.
Tengo la tapa símil vinilo de Corazón adornando un pedazo de la biblioteca.
De difícil escucha en convivencia, sin dudas, sólo apto para días solitarios y siempre a volumen rojo tímpano irritado.
por EmmaPeel, a las 11:07 a. m.
Lo que más odiaba de los veganos era su pose "reviente", tirados en el piso tomándose un tetra de... Kasfruir, Ades o Cepita. Esa tapa (el disco se llamaba "Toda niño sensible sabrá de qué estamos hablando") era muy incómoda: el compact bailaba adentro y había que conseguirse una cajita común de cd para guardarlo.
por Suarez, a las 3:14 p. m.
yo recuerdo un cemento con suárez (la banda) de teloneros... había gente hasta en las paredes, era impresionante. estaban llenos los dos ambientes de cemento (escenario y barra) y recuerdo que pensé que esa era la más gloriosa masividad a la que un grupo podía esperar...
por Anónimo, a las 1:42 p. m.
queda mejor "aspirar"
por Anónimo, a las 1:43 p. m.
Cuando esos dos ambientes se llenaban, era obvio que la banda en cuestión ya tenia que ir buscándose otro lugar más grande, y que Obras ya estaba cerca... qué calor, qué manera de transpirar y salir con olor a meo....
por Suarez, a las 7:22 p. m.
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