Felices fiestas
Noche de casamiento y cumpleaños de 15. Las dos cosas a la vez. De Villa Crespo a San Isidro y del municipio possista a Loma Hermosa. Me incomoda el traje. Habría que generar consenso para que quienes encuentren inútil esta vestimenta se abstengan de hacerlo y listo, evitando así miradas de desprecio y carraspeos entre la concurrencia. Hace años que no uso zapatos. Me ahogan.
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Me doy cuenta que jamás me despego de la mochila. No portarla sobre mi espalda equivale casi a la extirpación de un órgano vital. La tarjeta de invitación con su risible y lacónico consejo/amenaza ("elegante") me obliga a escoger un libro chiquito para el viaje, capaz de entrar en el bolsillo del saco cruzado y prestado. El único que calzó bien fue un ejemplar mexicano de Prosas profanas. El sueño me vence a la altura de "Ite, missa est" y de la General Paz.
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San Isidro es como Los Angeles, o como me imagino que es Los Angeles. Las veredas presentan numerosas imperfecciones y accidentes geográficos como pastito, árboles, ramas, y demás obstáculos. Los colectivos, una muy baja frecuencia y variedad. En el 60 viajo con 74 personas (las conté una por una) y apenas puedo respirar. Como en Los Angeles, las personas sólo pueden movilizarse en auto. Me bajo del colectivo y siento que las veredas se ríen del paria peatón que nunca manejará un auto propio.
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Paso por la puerta de Rosa negra y me acuerdo de Galimberti.
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Salón repleto de telas por doquier. Antesala y entrada al evento en cuestión matizada por un locutor. Genera expectativa: "Y ahora, el tema que eligieron X y Y para entrar a la fiesta..." Pienso: ¿será alguno de Pink Floyd, o Radiohead? ¿O más bien algo menos pretencioso y más congruente con esta grasada, como Arjona o "Estamos juntos" de Diego Torres o cualquier canción que diga "te amo"? Ni una cosa ni la otra. No logro descifrar de qué se trata, pero queda claro que se inclinaron por la variante "grasa ABC1", algo del estilo Enya. Yo me refugio en el Teacher's mientras hacen su aparición triunfal los novios.
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Mi hija baila en el centro de la pista. Termina la sesión de música berreta y movimientos espasmódicos, los invitados regresan a sus mesas y, repentinamente, suena el leit motiv de Misión Imposible. Irrumpe una docena de mozos con crêpes en los platos que sostienen en alto. Caminan acompasados con la música y formando una suerte de escuadra militar. La gente aplaude, disfruta. A mí me cuesta entender y por eso anoto.
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Una lástima. Entran diez bailarines profesionales y se disponen a iniciar su show justo cuando me tengo que ir. All the way to Loma Hermosa por una avenida/ruta que cambia de nombre cada 20 cuadras: Marquez-Rolón-Brigadier Juan Manuel de Rosas, su ruta. La señalización se difumina a medida que llegamos, hasta que todo es tinieblas, oscuridad, asfalto sin veredas y rotondas del terror.
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Me siento más a gusto en el cumpleaños de 15 porque nadie le teme a la cumbia y las corbatas no abundan. Algunos chicos poguean en el centro de la pista y las personas mayores observan asombrados.
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Otro locutor. La diferencia reside en que éste desanima la fiesta. Pienso en la proliferación de voces en off, y en los ya clásicos videos que se proyectan en estos eventos. A esta altura no se concibe una fiesta de casamiento o de 15 sin estos aditamentos audiovisuales. La intención de resumir una vida en 10 minutos de fotos y edición de cuarta es algo que aún escapa a mi corto entendimiento. Zoom out lento, foto de la novia o quinceañera con el pañal a punto de caerse, y los ayyy de la concurrencia. Los eventos en vivo devienen shows televisivos enlatados. Curioso movimiento.
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Está clareando en el segundo cordón del conurbano. Carnaval carioca, café y despedida. Alguien que escribe boludeces en una libretita no merece permanecer en una fiesta.
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Me doy cuenta que jamás me despego de la mochila. No portarla sobre mi espalda equivale casi a la extirpación de un órgano vital. La tarjeta de invitación con su risible y lacónico consejo/amenaza ("elegante") me obliga a escoger un libro chiquito para el viaje, capaz de entrar en el bolsillo del saco cruzado y prestado. El único que calzó bien fue un ejemplar mexicano de Prosas profanas. El sueño me vence a la altura de "Ite, missa est" y de la General Paz.
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San Isidro es como Los Angeles, o como me imagino que es Los Angeles. Las veredas presentan numerosas imperfecciones y accidentes geográficos como pastito, árboles, ramas, y demás obstáculos. Los colectivos, una muy baja frecuencia y variedad. En el 60 viajo con 74 personas (las conté una por una) y apenas puedo respirar. Como en Los Angeles, las personas sólo pueden movilizarse en auto. Me bajo del colectivo y siento que las veredas se ríen del paria peatón que nunca manejará un auto propio.
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Paso por la puerta de Rosa negra y me acuerdo de Galimberti.
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Salón repleto de telas por doquier. Antesala y entrada al evento en cuestión matizada por un locutor. Genera expectativa: "Y ahora, el tema que eligieron X y Y para entrar a la fiesta..." Pienso: ¿será alguno de Pink Floyd, o Radiohead? ¿O más bien algo menos pretencioso y más congruente con esta grasada, como Arjona o "Estamos juntos" de Diego Torres o cualquier canción que diga "te amo"? Ni una cosa ni la otra. No logro descifrar de qué se trata, pero queda claro que se inclinaron por la variante "grasa ABC1", algo del estilo Enya. Yo me refugio en el Teacher's mientras hacen su aparición triunfal los novios.
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Mi hija baila en el centro de la pista. Termina la sesión de música berreta y movimientos espasmódicos, los invitados regresan a sus mesas y, repentinamente, suena el leit motiv de Misión Imposible. Irrumpe una docena de mozos con crêpes en los platos que sostienen en alto. Caminan acompasados con la música y formando una suerte de escuadra militar. La gente aplaude, disfruta. A mí me cuesta entender y por eso anoto.
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Una lástima. Entran diez bailarines profesionales y se disponen a iniciar su show justo cuando me tengo que ir. All the way to Loma Hermosa por una avenida/ruta que cambia de nombre cada 20 cuadras: Marquez-Rolón-Brigadier Juan Manuel de Rosas, su ruta. La señalización se difumina a medida que llegamos, hasta que todo es tinieblas, oscuridad, asfalto sin veredas y rotondas del terror.
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Me siento más a gusto en el cumpleaños de 15 porque nadie le teme a la cumbia y las corbatas no abundan. Algunos chicos poguean en el centro de la pista y las personas mayores observan asombrados.
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Otro locutor. La diferencia reside en que éste desanima la fiesta. Pienso en la proliferación de voces en off, y en los ya clásicos videos que se proyectan en estos eventos. A esta altura no se concibe una fiesta de casamiento o de 15 sin estos aditamentos audiovisuales. La intención de resumir una vida en 10 minutos de fotos y edición de cuarta es algo que aún escapa a mi corto entendimiento. Zoom out lento, foto de la novia o quinceañera con el pañal a punto de caerse, y los ayyy de la concurrencia. Los eventos en vivo devienen shows televisivos enlatados. Curioso movimiento.
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Está clareando en el segundo cordón del conurbano. Carnaval carioca, café y despedida. Alguien que escribe boludeces en una libretita no merece permanecer en una fiesta.
Excelente resumen! todos las padecemos, todos las sufrimos y sin embargo hay gente que insiste en seguir organizando estas fiestas
La niña esta preciosa, felicitaciones!
por EmmaPeel, a las 4:37 p. m.
Gracias... me imagino que peor debe ser un velorio, para consolarme.
por Suarez, a las 7:20 p. m.
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