Queratitis II
Las plaquetas en la córnea no claudican. Se mantienen ahí, mediando entre mis pupilas y el resto del mundo. La recepcionista de la oculista ya me conoce por mi nombre de pila. Le puedo recomendar a cualquiera cuál es el mejor asiento de la sala de espera. Repasé dos veces una revista zonal de Pinamar que yace junto a otras en la mesita ratona, próxima a la puerta. Los laboratorios Bausch & Lomb y Phoenix deben desear que no me cure nunca. Mientras tanto, cada vez aumento más el zoom del Word. Un virus habita en mí y sus restos se niegan a desaparecer.