Gastroenteritis
Como no le tengo miedo a los lugares comunes, voy a decir que lo mejor de enfermarse es que otras personas hacen cosas por nosotros. Alguien tiene que cocinar, alcanzar el vaso de agua con el ibuprofeno, pagar las boletas y atender el teléfono. Pero esta serie de comodidades se extingue cuando se está a cargo de una nena de casi dos años. La relación enfermo-asistente se invierte, aun cuando el padre se encuentre peor que su hija. Lo pude comprobar ayer y más que nada en la última madrugada: los escalofríos y las puntadas en el estómago no me libraban de hacerle upa a Alina a las cuatro de la mañana, en pleno ataque de tos y mocos obstructores de su respiración. Sólo me acompañaban el silencio y los ronquidos de la perra y los ronquidos de mi mujer.
Estas escenas vienen repitiéndose gracias a las bacterias que, cual souvenirs, acarrea mi hija desde el jardín. Al pasearla por el umbrío y frío comedor con el propósito de dormirla, sólo me queda pensar algo para no dormirme. Por lo general me invaden recuerdos futbolísticos. Repaso mentalmente equipos de antaño, Islas, Craviotto, Rotchen, Serrizuela y Ríos, o por ejemplo hoy que me acordé del Pepe Albornoz, comprado por Independiente en 2.800.000 pesos/dólares para terminar en el banco tapado por un Burruchaga a punto de retirarse, y las asociaciones se vuelven infinitas y así recordé lecturas de Gráficos viejos, como cuando le hicieron una nota a doble página a Albornoz y el Gallo Bustos que habían pasado de Español a River para fracasar estrepitosamente. En el medio de estos recuerdos en la oscuridad de la madrugada, Alina cae al fin sobre la cuna sin emitir llanto alguno y yo retorno a la cama para ocuparme de mi gastroenteritis. La fiebre y el dolor estomacal me impiden dormir por un largo rato, casi hasta que se hace de día, cuando el llanto interrumpe mis primeros frames de sueño y me obliga a deslizarme hasta la cuna, alzando a Alina para calmarla, dormirla, y hacernos uno otra vez, un conglomerado de bacterias abrazadas.
Estas escenas vienen repitiéndose gracias a las bacterias que, cual souvenirs, acarrea mi hija desde el jardín. Al pasearla por el umbrío y frío comedor con el propósito de dormirla, sólo me queda pensar algo para no dormirme. Por lo general me invaden recuerdos futbolísticos. Repaso mentalmente equipos de antaño, Islas, Craviotto, Rotchen, Serrizuela y Ríos, o por ejemplo hoy que me acordé del Pepe Albornoz, comprado por Independiente en 2.800.000 pesos/dólares para terminar en el banco tapado por un Burruchaga a punto de retirarse, y las asociaciones se vuelven infinitas y así recordé lecturas de Gráficos viejos, como cuando le hicieron una nota a doble página a Albornoz y el Gallo Bustos que habían pasado de Español a River para fracasar estrepitosamente. En el medio de estos recuerdos en la oscuridad de la madrugada, Alina cae al fin sobre la cuna sin emitir llanto alguno y yo retorno a la cama para ocuparme de mi gastroenteritis. La fiebre y el dolor estomacal me impiden dormir por un largo rato, casi hasta que se hace de día, cuando el llanto interrumpe mis primeros frames de sueño y me obliga a deslizarme hasta la cuna, alzando a Alina para calmarla, dormirla, y hacernos uno otra vez, un conglomerado de bacterias abrazadas.
Opino en defensa de tu pobre mujer que hace semanas que duerme en pésimas condiciones y no descansa nada durante el día debido a la maratón de enfermedades de la niña. Y es verdad que es injusto que cuando estás enfermo Alina requiera de tus servicios para poder conciliar el sueño, pero cabe destacar que ella ya intentó durante media noche con tu mujer pero la posición horizontal no la favorece para respirar correctamente, a pesar de los baños de vapor y la limpieza exhaustiva de sus fosas nasales también realizados por tu mujer.
Alguien tiene que decirlo y quien mejor que yo que soy una espectadora de lujo. ¡Ah! mis roquidos son mucho más fuertes, lo reconozco, ya que tengo hocico corto que la respiración agitada de mi pobre dueña.
Uma (la perra)
por Anónimo, a las 6:47 p. m.
Mi viejo, en situaciones similares, repasaba los jugadores, pero en voz alta. Siempre me acuerdo de la lista, creo que estaba Neri Pumpido...Se escribe así?
por Vera Finkelstein, a las 8:42 a. m.
Primero, no le voy a contestar a un animal, sea quien sea la persona que la ayudó a escribir un comment. Segundo: pensé que era el único que repasaba equipos en momentos límite. Qué poco original que soy. Ah, Nery va con "y", aunque hay otro jugador que se llama Neri Cardozo, con "i", así que no entiendo cómo es la regla ni cuál es el origen del nombre.
por Suarez, a las 3:15 p. m.
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