<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar.g?targetBlogID\x3d17145121\x26blogName\x3dLos+escombros\x26publishMode\x3dPUBLISH_MODE_BLOGSPOT\x26navbarType\x3dBLUE\x26layoutType\x3dCLASSIC\x26searchRoot\x3dhttps://losescombros.blogspot.com/search\x26blogLocale\x3des\x26v\x3d2\x26homepageUrl\x3dhttp://losescombros.blogspot.com/\x26vt\x3d8722664464948848394', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>

Los escombros

es el blog de Diego Suarez: los límites desdibujados entre lo público y lo privado

Rojo morisco

viernes, diciembre 27, 2013
en el falcon rojo morisco
mi padre y yo
surcábamos la ciudad vacía

íbamos rápido
porque Avellaneda siempre queda lejos
para dos hinchas de la Siberia

sentía la lejanía
cuadra tras cuadra
con la culpa de haber sido el gestor
de los ravioles apurados,
el tránsito por la vía rápida
y el murmullo del diario no leído
desparramándose por la luneta

siempre me tentaron
los resultados cantados

nos tocaba enfrentar de local
a la impresentable escuadra
de Chaco for Ever

pero el falcon rojo morisco
se emputeció en la esquina
de Núñez y Valdenegro

capó levantado, cuarenta grados
de térmica y un bidón de agua
escanciado en forma de chorro finito

el motor no se encendía y mi padre
golpeaba el volante a los gritos,
“me parece que Chaco For Ever
se va a la concha de su madre”

creo que fue la primera vez
que le escuché decir
la palabra “concha”,
temblaba de miedo:
miedo a no estar ahí
en la popular del medio
donde había que estirar el cogote
para ver si el cambio de frente
tenía una buena recepción
en el carril de la platea

después de un empujón
de más de media cuadra
donde me zambullí
con todo mi cuerpo de niño sobre el baúl
el falcon tosió dos o tres veces
y se despegó de mí
mi padre frenó levemente
para que me suba
con el auto en movimiento
y volar por General Paz
hasta la Lugones,
Nueve de Julio,
P uente Pueyrredón

el partido terminó
siete a uno a favor nuestro
Insúa, Rubén Darío
el poeta que abrió la cuenta
Reggiardo que embocó dos
aunque ya nadie recuerda
ni siquiera su nombre de pila
y Alfaro Moreno volaba
más que el Falcon sobre Pavón
para llegar a horario

yo abrazaba una felicidad
incompleta todavía
por no saber lo que
veinticuatro años después
con el descenso vendría:
una derrota con Brown de Adrogué
un empate con Boca Unidos
una victoria ajustada
de local contra Crucero del Norte
15 kilos menos en mi cuerpo
una cancha que ya no está
y siete goles que quedaron
sepultados
entre los escombros de
aquellos escaloncitos petisos