Vejez prematura
No estoy tan lejos de parecer un anciano, pese a los 27 años que cumplí el mes próximo pasado. Hago las compras en Leader Price bien temprano y en la cola de la caja siempre me rodean viejas de pelo teñido; su decrepitud a veces me obliga, literalmente, a cederles mi lugar. Casi no salgo de noche. Me cuesta ver de lejos. Paro colectivos equivocados. Me disgusta el uso de emoticones en el messenger, y me conecto rara vez. El delivery de sushi me escandaliza. No uso auriculares ni i-pods, sino la radio apoyada en la oreja. Me encajan monedas falsas. Hoy en la calle una nena me dijo "señor".
Hay algo muy bizarro en tener una radio pegada a la oreja y comer sushi. Una especie de manifiesto personal a favor de la modernidad periférica porteña. Eso va más allá de lo que digan las nenas por la calle.
por Nicolás Mavrakis, a las 2:03 p. m.
Supuestamente los chicos y los borrachos siempre dicen la verdad. Qué refrán molesto.
por Suarez, a las 4:36 p. m.
Mirá, tu caso es diametralmente opuesto al mio. A punto de cumplir los 60 y mi espiritu de 30 se rebela contra esa carcel que lo amordaza.
por Fernando B., a las 3:23 p. m.
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