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Compran en pesos nuestra fuerza de trabajo que genera dólares. Sus ingresos anuales -los de cualquier empleado en idéntica situación y oficio pero del primer mundo- nos servirían para vivir por 5 años sin ningún sobresalto. En el
call center o en la producción de un programa de tevé malo, lo mismo da. A cambio, los desechos de un mercado saturado que necesita expandirse por todo el orbe. Quíén lleva la peor parte. Nuestra esclavitud, seguramente, comparable a la de los chicos que confeccionan zapatillas
Nike en una fábrica de Indonesia o Vietnam. Tanto allá como acá, la excusa es la misma: la paga supera el sueldo promedio local. Los parámetros ínternos justifican este intercambio desigual.
Etiquetas: Laboralia
Escrito el martes, diciembre 19, 2006 a las 8:59 p. m..
Quemen los call center!!!
por
Anónimo, a las
10:35 a. m.
Son el equivalente al fast food en los 90: la más rápida (e insoportable) salida laboral.
por
Suarez, a las
10:43 a. m.
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