El urbanista alimenta al alergista
domingo, septiembre 30, 2007
La naturaleza incrustada en las aceras citadinas nunca nos regala nada bueno. Las filas de plátanos, árboles resistentes a todos los climas, pequeñoburgueses, productores de sombra y de alergias, vigilan las puertas de las casas en Buenos Aires. Vuela el polen que me hace estornudar 50 veces por hora. La ropa en la soga se vuelve a ensuciar cuando el viento la arroja sobre una montaña amarilla de florcitas acumuladas. Estos son los pequeños dramas de la ciudad, musicalizados por el perenne concierto noise de frenadas automovilísticas.