Monedas
viernes, abril 28, 2006Entre las cosas que ya no puedo soportar más, rankea muy alto tener que conseguir cambio. Forma parte de una serie de tribulaciones que podemos denominar "recordatorios de pobreza": de clase media-alta para arriba, a nadie se le ocurriría calcular con qué billete comprar en el chino así me dan tantas monedas y entonces tengo para viajar mañana y ¿tiene 25 centavos?, no, nada, ¿te puedo dar caramelitos?, preferiría que me des el vuelto, entonces esperate que le cambio al verdulero, a ver, ahí está, muchas gracias. A nadie que disponga de un vehículo particular o de dinero suficiente para entregarse a las veleidades del taxi, se le podría ocurrir. Sólo los miserables como yo aprietan con fuerza, dentro del bolsillo derecho del pantalón, los insignificantes centavos requeridos por la empleada del Altiplano para que no tintineen ni delaten mi mentira.
El aspecto más negativo reside en que se trata de una batalla reiterativa, cotidiana, cíclica. Sin ir más lejos, hoy me vi obligado a adquirir un budín Don Satur porque su precio de un peso con veinticinco guitas implicaba la obtención de unos vitales 1, 75 en metálico más un billete de $2 en concepto de vuelto, pagando con $5. Importantísimas monedas para arrojar dentro de la máquina expendedora de boletos y así disfrutar de un reconfortante viaje en colectivo hasta Barrancas de Belgrano. Juro que intenté, colgado del pasamanos y estacionado en segunda fila del pasillo atestado de desgraciados, no pensar en la pobreza.