<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar.g?targetBlogID\x3d17145121\x26blogName\x3dLos+escombros\x26publishMode\x3dPUBLISH_MODE_BLOGSPOT\x26navbarType\x3dBLUE\x26layoutType\x3dCLASSIC\x26searchRoot\x3dhttps://losescombros.blogspot.com/search\x26blogLocale\x3des\x26v\x3d2\x26homepageUrl\x3dhttp://losescombros.blogspot.com/\x26vt\x3d8722664464948848394', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe", messageHandlersFilter: gapi.iframes.CROSS_ORIGIN_IFRAMES_FILTER, messageHandlers: { 'blogger-ping': function() {} } }); } }); </script>

Los escombros

es el blog de Diego Suarez: los límites desdibujados entre lo público y lo privado

Mi vecino

La escalera del edificio -en el que resido en su segundo piso- se encontraba a oscuras. Caía la tarde y nadie había repuesto la lamparita quemada. Me mantenía ocupado con un amigo en el traslado de material para la construcción. Casi sin darme cuenta, apoyé una bolsa de residuos (con vaya a saber uno qué elementos dentro) sobre un escalón cualquiera. Por supuesto, seguí subiendo cemento y placas de yeso y perfiles y demás, olvidándome por completo de esa bolsita falaz. No pasaron cinco minutos hasta que escucho al vecino del primer piso ulular como un idiota: ¡PERO MUCHACHOS...! (Este dato, en rigor, me lo recordó mi amigo, en los momentos de furia suelo sufrir de amnesia general). Mi vecino es flautista y da clases particulares en su departamento, a insoportables escasos metros de mi vida casera. En esos escasos minutos en que dejé la bolsa apoyada en el escalón, una alumna del músico tropezó con la misma... Estuvo a punto de rodar sobre la escalera como cuando las mujeres pierden embarazos en las telenovelas.
El vecino (se llama Sergio, pero para mi papá es Gustavo porque una vez se lo cruzó y le dijo cómo te va Gustavo y el tipo, a veces muy educado, contestó: bien) explotó, literalmente. Era lo que yo, personalmente, necesitaba para cagarlo a puteadas. Con la puerta abierta, con el barrio como audiencia, los gritos de uno a otro convirtieron el diálogo en una discusión histérica. No derivó en una pelea boxìstica porque él enseña flauta traversa y yo me creo escritor. Las consecuencias fueron positivas, en cierto modo: después de refregarle su morosidad en el pago del cable (que compartimos ilegalmente, espero que Cablevisión no investigue este blog) y su desinterés en la reposiciòn de lamparitas de bajo consumo, se mostró presto a solucionar todos estos inconvenientes. Eso sí, no me dirige la palabra.

Empatizo con vos porque al parecer trabajás en el mismo rubro que yó y estas cosas reales que tu contás te hacen cercano. Con los vecinos de pronto cuesta mucho ser tolerantes, pero, por lo menos en nuestro pequeño mundo esforzáte por la paz.

Vecino.

por Blogger Héctor Ojeda, a las 1:46 p. m.

   



Compadre, empatizo totalmente. Mi vecino de arriba es baterista y sus discos preferidos son la banda sonora de rocky y uno de bon jovi que pone siempre a todas. Este no bardea con la iluminación, le va mas la elevación (la útlima vez le entró de a patadas al ascensor). Que ande bien, un abrazo.

por Blogger nahuel, a las 10:22 p. m.

   



» Publicar un comentario