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Los escombros

es el blog de Diego Suarez: los límites desdibujados entre lo público y lo privado

Cómo viene la rosqueta

viernes, diciembre 29, 2006
"A López se lo llevaron, según mi información, con su consentimiento, desde el Atalaya. Y vaya a saberse hacia dónde. Participó concientemente, a mi criterio, de algún operativo que salió mal. Un operativo inútil, con un objetivo que resultó superado por la dinámica de los acontecimientos.
Y finalmente lo tuvieron que quemar. Conste que no hablo en sentido metafórico.
Espero que a Gerez la policía salga a buscarlo de verdad. Que no salgan a rastrillar para la televisión, y con caballos de calesita. Por zanjones donde seguramente van a encontrar otros cadáveres.”
(El Turco arroja hipótesis cuando todos los medios parecen haber pactado un inexplicable silenzio stampa)

Islands: debajo del magma

"We washed our mouths at the riverbed
when we noticed something glowing
it was growing
things are going to change
hot rainfalls made of magma melts Alaska
and in icy Argentine they say now I've seen it all
Who knew? Volcanoes!"

Casi como en un impulso adolescente, me calzo los auriculares para no despertar a nadie, y aunque tengo sólo 6 horas de sueño y otro límite máximo de 6 aguarda por mí, aunque el cansancio me recuerde todo el tiempo cuáles deberían ser mis prioridades, pongo play y escucho una vez más "Volcanoes" de los Islands, porque no puedo esperar para volver a tener ese estribillo en mi cabeza. Jamás hubiese pensado que una agrupación canadiense (como les gustaba decir a los locutores de Aspen) iba a formar parte de mis favoritismos. Si quieren bajarse el disco entero (Return to the sea), visiten 10:1 y hagan click en la portada del álbum. Ahora sí, ya puedo abandonar la banda ancha, ya pueden señores de Fibertel olvidarse de sus promociones y cortarme el servicio, ya puedo dormir tranquilo, por más que el sol ya esté despuntando.

SIempre habrá un motivo real para brindar

martes, diciembre 26, 2006
La navidad deja varias conclusiones que siempre son las mismas. Iba a escribir sobre ellas pero me tropecé con este lúcido texto -la vuelta de Tontiton- y ya no me quedó mucho por agregar. Me refiero a ese evento que genera una plétora de interrogantes, malentendidos, compromisos, resacas, y hasta alegrías. Las preguntas acerca de si Dios esto o la religión lo otro y el matambre que está bárbaro y son y 59 y falta un minuto todavía no. La temporalidad cotidiana se interrumpe para dar paso a esta ceremonia inevitable. El raid de visitas familiares provoca el pedido instantáneo de curriculum vitae orales donde las respuestas lacónicas están prohibidas y sólo se permiten paneos rápidos de una supuesta felicidad. "Los únicos privilegiados son los niños" fue lo que dijo un milico campechano y carismático hace un tiempo, y tenía razón. Alina lo vivió todo con mucha ansiedad y emoción, porque por suerte no conoce toda la verdad. ¿Qué nos queda a los que no disfrutamos de un marco ficcional como el de Papá Noel para soportar las actividades navideñas?

Jesucristo para principiantes

sábado, diciembre 23, 2006
(Este texto fue encontrado en el disco rígido de mi vieja 486. Lo redactó una maestra jardinera amiga de un familiar. Es un informe elevado a la dirección de una escuela acerca del comportamiento de los pequeños alumnos en las clases de catequesis.)

"Los chicos me esperaban en la sala agrupados en el suelo, enfrentados a la maestra, sobre almohadones. La señorita me presentó argumentando que un pajarito le había contado que yo había ido a observarlos porque quería aprender más sobre Jesús y ya que ellos sabían tanto iban a poder enseñarme.
Lili, la maestra, muestra una caja donde estaba Jesús, pero entre todos debían llamarlo:- ¡Jesús, Jesús! y una imagen de Jesús con un imán detrás fue adherido al pizarrón. A continuación les mostró una vela, les preguntó que era eso y todos juntos respondieron que era una vela y ¿para que las prendíamos? para contarles algo a Jesús y ¿ustedes tienen que prender la vela?
-No, mamá!
-y ¿que le cantamos a Jesucito?
“Esto es la luz de Cristo, yo la haré brillar.
Esta es la luz de Cristo, yo la haré brillar.
Brillará, brillará sin cesar.”
La maestra, simulando que Jesús le hablaba, le cuenta a los chicos que Jesús le dijo que la canción le había gustado mucho.
- Se acuerdan que les conté que Jesús era bueno, que le hacía caso a papá y a mamá, que compartía los juguetes, bueno, Jesús un día dijo -¡mmm... tengo hambre! y comenzó a comer pan, en ese preciso momento un amigo golpeó a su puerta y le pidió un poco de pan, Jesús le dió de su pan a su amigo, mientras tanto llegan otros y otros, y todos tenían mucho hambre. Entonces Jesús le dió de comer a todos sus amigos de ese pan que el tenía, se sentaron a la mesa y compartieron una cena.
(Les muestra la imagen de Jesús cenando con sus amigos)
- ¿Vieron que buen amigo que era Jesús?
- Si!!!!
- Bueno, resulta que ayer, yo estaba cenando en mi casa y me dije ¡cuanto pan que tengo! voy a llevarlo al jardín, ¿pero que hago chicos, me lo como sola?
- ¡no!... Hay que compartirlo.
- ¿Si no me alcanza?, ¿que hago?
- Hacerlo pedacitos como lo hizo Jesús.
La auxiliar le alcanza un tupper, donde había varios panes calientes.
Reparte un pedacito a cada uno, preguntándole si les gusta, me reparten uno a mi y otro a la auxiliar y cuando llega el último chico, exclaman todos juntos:
- ¡Nos alcanzó! ¡Gracias Jesús por darnos esa idea!.
- ¿Ustedes van a compartir siempre todo?
- ¡Si!
- ¡Ah! Mica trajo vainillas para compartir en la merienda ¡gracias Mica!.
- Bueno Jesucito tiene hambre y también quiere comer su pan."

Los trabajos tercermundistas

martes, diciembre 19, 2006
Compran en pesos nuestra fuerza de trabajo que genera dólares. Sus ingresos anuales -los de cualquier empleado en idéntica situación y oficio pero del primer mundo- nos servirían para vivir por 5 años sin ningún sobresalto. En el call center o en la producción de un programa de tevé malo, lo mismo da. A cambio, los desechos de un mercado saturado que necesita expandirse por todo el orbe. Quíén lleva la peor parte. Nuestra esclavitud, seguramente, comparable a la de los chicos que confeccionan zapatillas Nike en una fábrica de Indonesia o Vietnam. Tanto allá como acá, la excusa es la misma: la paga supera el sueldo promedio local. Los parámetros ínternos justifican este intercambio desigual.

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De Grillo a Eluchans

lunes, diciembre 18, 2006
"Simeone mandó a alfombrar 8 departamentos que tiene en la calle Puan, ¿me entendés? 8 DEPARTAMENTOS… Un conocido de mi cuñado le hizo el laburo. Calculá, porque son todos de él, ¿cuánto saca de alquiler? No, pero si hizo mucha plata en Europa, y encima es vivo porque la sabe invertir, en ese barrio te cortan la cabeza con los alquileres…”
“Bochini es un hijo de puta. Un verdadero hijo de puta. Mi finado suegro lo conocía de cuando jugaba. Lo vivían los amigos… Tiró la plata, la hizo mierda. Igual, ganaba muy bien. ¿Sabés lo que le pedía a los dirigentes cada vez que tenía que firmar contrato? La escritura de dos departamentos, a nombre de él. Si no se los daban, en Caballito o en Palermo, y aparte de la guita, que era mucha, no firmaba. Flor de hijo de puta. Y te lo digo yo, que soy fanático de Independiente.”
“No… ¡pero Eluchans tiene un balde en la cabeza! Corre, corre, pero se lleva la pelota por delante. Nooo, mirá yo tengo platea, soy socio, veo fútbol desde los 6 años, pero no voy porque me hago mala sangre. Tengo 75 años, yo vi a Micheli, Cecconato, Lacasia, Grillo y Cruz, ¿me entendés? Estos tipos son impresentables… dejame de joder, pibe.”
(Último partido de Independiente de la temporada. No tuve peor suerte que mirarlo desde un barcito de estación de servicio, y con un veterano hincha a quien le pertenecen estos comentarios encomillados)

Fiambre gourmet

sábado, diciembre 16, 2006
Una de las excentricidades comerciales más notables de estos años kirchneristas es la nueva “ambientación” de las fiambrerías. Sí, las mismas a las que antes se ingresaba traspasando una cortina de tiritas de hule colorinches, las mismas que muchas veces funcionaban como polirrubro donde se podía comprar un cuarto de galletitas. Parece que la cuestión estética en este momento pesa más a la hora de pedir 100 gramos de jamón cocido el más barato por favor, y un kilo de muzzarella, ¿puede ser 50 gramos más?, bueno dale no importa. Ahora cunden las fiambrerías gourmet, con colores pastel en las paredes y empleados vestidos de punta en blanco. La sensación que intentan impregnar en los clientes es la de una experiencia de compra superadora donde todos los fiambres del mundo están a disposición para disfrutarlos cual si fuesen éxoticos manjares. Usan guantes para todo y sonríen sin mucho esfuerzo. Los carteles en la puerta copian el estilo minimalista de las boutiques palermitanas y si no fuera por los jamones colgados elegantemente sobre el mostrador, desde la calle apenas si se distingue qué venden estos negocios.
El más cercano a mi morada se llama “Francesco” y en una pizarra muy cool anuncia las ofertas del día. Hay suficientes frutas secas y finos chocolates en el camino a la caja como para gastarse todo el sueldo, olvidando las tímidas compras originarias de fiambrín o paleta sanguchera. Las nomenclaturas comunes son cursilerías como “La cabaña”, “El edén”, o alguna palabra en italiano, relegando a clásicos como “El salame atrevido”, “El chancho loco” o simplemente “Alfredo”, “Ricardo” (o en última instancia, los nombres de los hijos del fiambrero). Uno tiene un slogan donde toma cuerpo esta nueva tendencia: “fiambres + quesos + buenos momentos”…
Así como en el 2001 se multiplicaron los "todo suelto" de detergente, lavandina y demás productos químicos, probablemente estas fiambrerías boutique desaparezcan. Y tal vez comer una picada sea algo menos costoso y lejano para las pobres almas proletarizadas de Buenos Aires.

Yo fui testigo

martes, diciembre 12, 2006

Estaba a punto de llegar a mi trabajo. 10 metros me separaban de la puerta. Un hombre de anteojos me encara y me pide documentos. Me muestra una placa que apenas registré y me intima a participar como testigo en un allanamiento. Le digo que no, estoy por llegar tarde, viste, aparte ya me agarraron una vez como testigo y me abrocharon para todo el día, ni loco. Insisto en mi negativa y aparece otro policía de civil, este sin gafas y más rudimentario. Sin sutilezas me comunica que va a llamar a un móvil policial para mi consecuente demora en una comisaría. Replico que su accionar es ilegal pero a esa altura la charla era todo negociación y yo ya sabía que no iba a zafar. Me prometen que va a ser muy rápido. Acepto a regañadientes y confirmando mi odio a todas las fuerzas policiales.
El allanamiento tenía lugar a una cuadra, en el laboratorio Schering. El empleado de seguridad no quería abrir la puerta pero el yuta de civil lo hizo desistir avisándole "que iba a tener problemas". Pasamos junto a otro pobre testigo que recolectaron por ahí, 8 agentes de la AFIP y el cabo asistente del policía. Esperamos media hora hasta que llegó el contador responsable de los documentos que estaban buscando. Ese lapso de tiempo fue suficiente para poder "comerle la cabeza" al oficial de incógnito: no me podés hacer esto, en el laburo me matan, entendeme que no es contra vos pero esto es un accionar represivo que no tengo por qué aguantar, sí estoy nervioso y no te conviene que me quede acá porque sufro de crisis de nervios y qué sé yo. Los empleados de la empresa me ponían peor: todos con corbata y gel y las respuestas más convencionales para todo. Las empleadas de la AFIP me miran mal y dicen que ya que estoy adentro, que colabore. Claro, a ellas le pagan por su trabajo. Veo el celular dorado de la contadora que me reprocha el mal humor y decido no intercambiar más palabra alguna con ella.
El gerente de finanzas de la empresa se hace presente después de 45 minutos de haber sido llamado. El policía empieza a arrepentirse de haberme levantado en la calle. Escucho por ahí que el operativo incluye otros dos equipos de la AFIP junto a sus correspondientes oficiales y testigos. Hago cuentas: si se unifica el acta, sobran cuatro testigos. ¿Significa que me puedo ir?
Los empleados de la empresa buscan notas de crédito. El cabo me pide que lo acompañe por todos los pasillos de la empresa (que tiene la dimensión de una manzana entera) para exigirles a todos los oficinistas el abandono de toda actividad en la que sus computadoras estén involucradas. Yo lo sigo de lejos hasta que me pierde de vista y apunto hacia una de las puertas. Voy a escapar. Allanar un lugar así les va a llevar todo el día y me moriría de angustia si me tengo que quedar viendo tantos papeles contables bajo la amenaza policial. No me importa mi documento secuestrado por el yuta de civil, es una cédula de identidad del año 1991 y en la foto ni siquiera alguien se da cuenta que soy yo. Pero algo me detiene, debe ser el pequeño burgués aplicado que casi todos llevamos dentro. Corro hacia la oficina donde el policía está reunido con la cúpula de contadores y soretes de la AFIP. Lo llamo aparte al yuta. "Mirá: no aguanto más. Te voy a volver loco hasta que no me des el documento. Te sobran los testigos y yo soy el primero que se va." Busca en su bolsillo, llama a otro policía por handy, y murmura: "te doy el franco, te salvaste". Me entrega la cédula roñosa y salgo disparando. Pero se ve que estaba contento, hasta le dije: "qué laburo de mierda que tenés, papá... chau, un gusto."

Feriado

viernes, diciembre 08, 2006

No hay nada peor que trabajar en un día feriado. Los colectivos disminuyen su frecuencia y cuando llegan a la parada, casi no se puede subir a ellos por la cantidad de gente apretujada que viaja igual, por más que otros estén en el campo, la playa o cualquier destino turístico. Los negocios cierran sus persianas y nos recuerdan cuadra tras cuadra que no se trata de un día laborable. Nadie atenderá ningún reclamo y nadie hará nada por nosotros. El mundo se paraliza en un fin de semana largo: sólo para que a los que les toca trabajar sufran por partida doble.

1999

jueves, diciembre 07, 2006
Luego de una adolescencia renuente a las salidas nocturnas (básicamente boliches), no tardé en entregarme –en mi primerísima juventud- a ciertas virtudes de la noche y sus consecuencias. A veces acompañaba a uno, dos o tres amigos en sus recorridas garroneras. La ceremonia no se distinguía mucho de las otras que caracterizan a los chicos de hoy. Juntarse en una casa, beber, de fondo el programa de Gujis y salir (bueno, me imagino que lo del show del Clío hoy no cuenta). El lugar para la salida siempre era el más barato o directamente, donde no se pagaba entrada. Una euforia de mayor a menor en el transcurso de la noche era el denominador común. Por lo general a las 4 o 5 de la madrugada me quedaba solo: cada uno de mis acompañantes ya se encontraba entablando algún tipo de relación con alguien del sexo opuesto. Ante la recurrencia de esta incómoda situación, me vi obligado a llevar en el bolsillo trasero material para distraerme. Las primeras veces salía del lugar y me iba directamente. Los diversos reclamos de mis amistades, insistiendo en que “llegamos juntos y nos vamos juntos”, cambiaron mi huida por la permanencia en la vereda hasta que salía el sol y salían ellos de la oscuridad. Sentado en algún cordón o maceta, me ponía a leer un librito de Chéjov, XXX de Marina Mariasch, un poemario con tapa naranja de Quevedo, una fotocopia dobladísima de Darío o cualquier cosa editada por Anagrama. Cuando usaba un pantalón verde con bolsillos enormes a la altura de los muslos, se ampliaba la capacidad de mi biblioteca ambulante. La espera siempre se alargaba más de lo proyectado. Pero no me molestaba. En esa época creía en la literatura.

La feria

miércoles, diciembre 06, 2006
El parque Los Andes, a mitad de camino entre Chacarita y Villa Crespo, sintetiza la inoperancia del gobierno de la ciudad. Enrejado y remodelado, sus nuevas puertas llevan meses sin abrirse cuando el 90% ya se encuentra listo para recorrer. El gran diario argentino (que desde la gestión de De la Rúa funciona como folletería municipal) anunció en enero la finalización de las obras y la consecuente apertura para mayo de este año, pero parece que se retrasaron un poquito. El único espacio disponible para pasear, entonces, es el de las veredas. Veredas apropiadas por los feriantes de fin de semana, un pedazo de La Salada pero en Dorrego y Corrientes.
Cada costado de la feria tiene su especialidad. La línea de puestos que descansa sobre la calle Guzmán es casi una feria americana, pero de las más feas y sucias. Blusas brillosas con hombreras, camperas de cuero desgastado, jeans agujerados e inutilizables: casi un basurero de más de una cuadra de largo. Sobre Dorrego se expande el ala intelectual: revistas Goles de la década del '60, cassettes grabados de Juan Ramón, compacts sin cajita y VHS remanentes de algún video club fundido. Por dos pesos compré Medio mundo entre un zapato de Germán Arciniegas, seguro de que la vendedora ni enterada estaba de lo díficil que es conseguir ese libro. Pero la oferta más sorprendente la encontré sobre Dorrego, en un puesto de mates y bombillas. Sobre el mostrador se apilaban varias bolsas de shopping, las típicas de cartón brilloso, duras, con manija de tela. Me acerqué y pregunté por ellas, una señora me respondíó: "están a dos pesos las más grandes y a 1,50 las medianas". Me costó entender que si alguien no puede pagar un jean en Cuesta blanca o zapatos en Ricky Sarkany, se compra por lo menos la bolsita del local...
Enfrente está el outlet de Nike, pero las gorritas y los buzos de la feria incluyen la misma pipa bordada y valen casi la mitad. La gente va y viene entre los puestos como hormigas atrapadas, impedidas de caminar sobre el espacio público enrejado. Me quiero ir yo también, pero en el apuro pateo una lámpara antigua apoyada en una caja y casi en el medio del camino. Me tengo que pelear y discutir con el puestero. Por suerte no se rompió nada, pero ¿quién podría comprar esa cosa? Nadie. La feria del parque Los Andes es un vacío ocupado por mercancías que ni siquiera lo son.

Las líneas rectas del subte

domingo, diciembre 03, 2006

Un mapa cuya escala es falsa me representa gráficamente. Los planos del subte brindan la ilusión de un mundo más ordenado, simétrico, perfecto, con sus líneas horizontales bien rectas, aunque en la práctica no cumplan lo prometido. La cuadratura de Buenos Aires se hace palpable en estos dibujos. Me paro frente a la boca del subte en Dorrego y Corrientes para visualizar detenidamente la línea roja, la B, un túnel largo y aburrido que empieza en el Luna Park y termina -por ahora- en Avenida de los Incas, o viceversa. Los vecinos discuten por el nombre de las estaciones porque para ellos (Parque Chas o Villa Ortúzar) estar representados en el mapa los hace existir.
El plano también incluye el recorrido del Premetro, ese extrañísimo (y anacrónico) transporte del desierto sureño. En un punto convergen una línea violeta y una amarilla, como si una sucesión de colores en un papel dictase alguna continuidad posible entre el subte de la clase media y los vagones a la calle de los estratos bajos. Las estaciones de la E fueron planeadas para recibir multitudes que, parece, les dieron la espalda. "Emilio Mitre" adquiere un aire soviético de grandeza vetusta y espacialización que contrasta con el entorno barrial típico de la línea. Todo eso no lo muestra el plano, que hace de cada punto colorido un lugar igual a otro.
Me arrastra el aluvión de personas que salen de la boca. No entiendo por qué el porcentaje de chicas con auriculares blancos de ipods asciende drásticamente en el transporte bajo tierra: en los colectivos que hacen el mismo recorrido no se ven tantas de ellas. Me voy caminando y en diagonal, con la intención de atravesar el Parque Los Andes a pesar de las rejas. Volveré al subte cuando haya menos gente.

"que creer en dios es funcional"

viernes, diciembre 01, 2006
Desde El sur y alrededores, arrecia el contragolpe poético sobre los cuadros estudiantiles de Marcelo T. de Alvear.

Decir

Lo no-dicho, que antaño encontraba vectores de salida y esparcimiento sólo en la literatura, desde hace un tiempo está aquí: en este blog y en los diez mil más que persisten y nacen día a día. Aunque más bien, debería estar aquí. Aún no me puedo acostumbrar del todo a mi nueva labor, que absorbe toda la capacidad de escritura epigrámatica que el habitué de Los escombros supo apreciar o despreciar. Redactar locuciones "en neutro" para un programa de cable sin muchas pretensiones de innovación en el mercado hispanoparlante, puede afectarme de manera severa. El tiempo dirá.