Contra mi voluntad, me hice presente en el recital que Babasónicos dio en el Luna Park. Raro acontecimiento, fundamentalmente por el fanatismo adolescente que me unió a la banda desde mediados de los ´90 hasta culminar el siglo pasado. De
Miami en adelante, mi admiración decreció paulatinamente, y se extinguió para siempre con el lanzamiento de
Anoche, disco de oprobiosas canciones destinadas al
ringtone.
El rol de acompañante -fui con mi mujer- me otorgó la ventaja de poder tomar distancia ante el evento en cuestión. Los más de 10 años de diferencia entre el primer recital de Babasónicos al que asistí y éste se vislumbraban con sólo echar una mirada a la concurrencia. Si antaño las quinceañeras teñían sus cabellos de fucsia, verde y violeta, hoy los corren hacia un costado, suelto y con un flequillo lo suficientemente largo como para ocultar un ojo y parte de la mejilla. Este flequillo
anti-
stone se repetía en innumerables casos, como si se tratase de una marca generacional. Y yo que creía que era un atributo exclusivo de
Flor Kirchner, qué imbécil.
El clima del público contagiaba poco. Se notaba que muchos irían a la South Fest apenas terminara el recital. La banda irrumpió en el escenario casi a la hora prevista y sonaron los prmeros acordes del tema que es la cortina del programa conducido por Rolando Graña. Los chillidos teenagers sonaban mucho más alto que el deficiente audio de la banda. Ahí me acordé de lo mal que suena, históricamente, cualquier grupo de rock en el Luna Park. Siguieron con "Carismático" y ya me quería ir.
No puedo negar algunos puntos altos.
"Pobre duende" iluminó la velada, al igual que ese estribillo inspiradísimo del "El colmo": "Por eso canción, llevame lejos / donde nadie se acuerde de mí / quiero ser el murmullo de alguna ciudad que no sepa quien soy". Festejé a los gritos las únicas
dos canciones que tocaron de
Trance Zomba y
Dopádromo, aunque nadie las cantaba, ni siquiera tarareaba. De cualquier manera, la lista fue confeccionada con un criterio muy diferente al del otrora grupo "experimental": darle a la gente lo que quiere escuchar. No me parece mal. Me imagino que ésa era la disyuntiva: la complacencia o salir a trabajar en serio. Y no los veo laburando en un banco. Tal vez hubiese hecho lo mismo.
Los músicos se despiden (luego de un tema horrible cuyo nombre ya ni recuerdo) y la multitud aplaude para que vuelvan. Es el momento en el que el público, a modo de tradición, coreaba "Sobre la hierba", de
Pasto. Espero, espero, y nadie canta. Ocurre que, seguramente, muchos tienen ese primer disco en sus carpetas de MP3, pero todavía no tuvieron tiempo para escucharlo. Retorna la banda, algunas canciones más, y finalmente concluye el concierto, ahora sí. De más está decir que todas estas impresiones (multiplicadas por 10, por lo menos) fueron comentadas a mi mujer una por una, en vivo. Estoica cónyuge que, a la altura del Correo Central, rezongó: "parecés una constante columna de Beatriz Sarlo en la revista
Viva".