Las cacerolas son de nosotros, las vaquitas son ajenas
El cacerolazo va definiéndose, ya de manera institucional, como una vaga actividad de amas de casa y tibios pequeñoburgueses. Interpelé, a la salida de mi trabajo en Bajo Belgrano, a un señor de chomba Lacoste que enfilaba hacia Libertador blandiendo una sartén. "Es por el campo, querido", me contestó ante mi estúpida pregunta. Me cuesta creer que la ciudad apoye de una manera tan ciega a los grandes terratenientes. La "aristocracia con olor a bosta" cosecha sin sembrar.
No te dieron asi como nauseas ayer?
A mi si.-
por cHaROl, a las 11:13 a. m.
» Publicar un comentario