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Los escombros

es el blog de Diego Suarez: los límites desdibujados entre lo público y lo privado

The man machine

Con sus flecos rubios imanta a las cámaras, a las retinas de las plateístas, al director de la transmisión que enseguida poncha sus corridas inconducentes. Es vertical, pero nunca preferiría ser horizontal. Rebote local de la tendencia metrosexual que afecta al universo futbolístico europeo, arremete contra sus limitaciones desgañitándose a lo largo del carril derecho. Gastón Machín encarna mejor que nadie el mote peninsular de "carrilero" (y a propósito: cuántos pichichi, plantilla o vaselina que circulan en el periodismo vernáculo gracias al influjo de As o Marca). Como si hubiese sido programado por algún empresario especulador, en su juego maquínico no se pierde el tiempo con pisadas, amagues o cambios de frente: Machín está configurado para surcar el lateral derecho, jugar de marcador de punta, volante o wing y no permitirse la más mínima sorpresa ubicacional fuera de su corredor. La fibra de sus músculos se tensa en cada acción de juego al punto tal de extremar su flexibilidad varias veces en los partidos más importantes, abandonando los clásicos por lesiones y aparentando el recalentamiento de un motor sobreexigido en una carrera de Fórmula 1. Podría haber sido maratonista, o saltador de vallas. Algún día aprenderá a tirar un centro con destreza profesional. No importa, Europa lo espera de cualquier manera.