Cuando envolvía libros para regalo
Hace mucho que no recordaba el ambiente de librería, esas largas jornadas entre estantes y mesas a la caza del cliente desprevenido. En este blog de anécdotas atesoradas por un par de libreros, están casi todas esas sensaciones. La principal de ellas: a la gran mayoría de los clientes no les interesa leer. Por eso preguntan cualquier cosa, y se llevan cualquier cosa. Cierta vez, una chica de no más de 25 años me comentó: "Quiero hacerle un regalo a mi papá, que no le gustan los libros para nada, ¿qué me recomendás?" Y yo, guardián de las novedades de Emecé y Planeta y Sudamericana; armador de cajas de devoluciones donde todos los bodoques de las majors volvían a sus depósitos para después adornar las mesas de saldos en Corrientes; cancerbero de todos los "caminos" de Bucay (coloridos libritos codiciados por algunos cacos que llegaron a manotear un par y revenderlos en Parque Rivadavia); sonriente vendedor por las tardes y agitado cadete entre Galerna y Luongo por las mañanas; yo, debía sugerirle con una esmerada sonrisa "tal vez alguno sobre fútbol ¿le gusta el fútbol a tu papá? o quizás alguno de humor ¿qué te parece éste?" en vez de mandarla a la concha de su madre y decirle que se vaya a comprarle una remera.
buenísimo suarez! me pasa en las librerías mainstream que se me acercan con preguntas similares, ud. dice que doy con el target vendedora paciente?
por EmmaPeel, a las 11:24 a. m.
Seguro, te pasa lo mismo que mí! Cuando voy a las librerías (ahora como cliente) la gente me ve cara de librero, porque me hacen consultas como si trabajase ahí. Y yo: mirá, no trabajo acá, pero te recomiendo tal y tal...
por Suarez, a las 5:32 p. m.
Si, yo depende del tiempo y el humor recomiendo. Una de las últimas: un brasileño diciéndome No me gusta leer, recomendáme uno cortito para llevar en el avión
por EmmaPeel, a las 11:29 a. m.
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