Proletario de call center
Pocas cosas desafían tanto la pericia del buen viajante (saber o intuir a qué hora va a pasar el colectivo, si viene lleno decidirse en cuestión de segundos a esperar otro o no, y demás) como combinar dos líneas para llegar a un determinado punto que se supone más que lejano. Esta aventura se repetía todas las mañanas en aquel tórrido verano. El edificio central de C&A se ubicaba allá por ruta 202 y Panamericana. Las combinaciones eran tan aburridas como azarosas: 71 hasta algún puente como Melo o Pelliza y ahí el 21. O el mismísimo 21 desde General Paz, aunque con previa caminata de diez mil cuadras a las siete de la mañana y bordeando las malezas del Parque Sarmiento. Una vez terminé frente a una Petrobras extraña al paisaje que acostumbraba ver, más allá de haberles formulado la pregunta correcta a los choferes. Sí, eso era Panamericana y 202, pero hay dos Panamericana y 202. Un ramal de Panamericana lleva el nombre de Acceso Tigre y allí debía llegar, así que me tomé un 15 hasta Márquez y empalmé con alguno de los 5 carteles del 60 que me dejó, demasiado tarde, frente a las puertas de la empresa textil, justito al lado del hotel Micos.
El de C&A fue mi primer paso por un call center y por ahora, el último. Prefiero no recordarlo.
El de C&A fue mi primer paso por un call center y por ahora, el último. Prefiero no recordarlo.