Habiendo escalera no nos responsabilizamos
				Apenas cierro la puerta del ascensor y la alarma sigue sonando. Un botón rojo, con su tintineo, me obliga a apretarlo y desciendo seis cinco cuatro en la pared dos uno y se termina la película de los números. Se abre el telón metálico y da paso a la realidad. La mesita del portero comprada en Easy, sin barnizar. El diario apoyado, la folletería de supermercados también. Bajan otros tres y la alarma vuelve a sonar. Esto fue lo más parecido que me pasó a Chernobyl.
    
				
	
	
              
           
           
			
		
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